Dicen que los viajes, como el amor, te hacen inocente otra vez. Los viajes literarios, igual que los viajes físicos, hacen lo mismo. Porque cuando aprendemos cosas fascinantes, nuestra mente se abre como una flor nocturna donde, por unos instantes, hay una calma absoluta, seguida de un huracán de felicidad. Y con él, esa inocencia recobrada.

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Aprender acerca de las vidas secretas de las ballenas es también aprender acerca de nosotros mismos. Y de nuestra relación con el mundo natural. Es curioso como hablamos de “relación con el mundo natural”, como si fuera una cosa separada de nosotros, que estuviéramos viendo detrás de un vidrio. Tenemos que aprender a ver las cosas no desde el ángulo de nosotros y la naturaleza, sino de nosotros dentro de la naturaleza —porque estamos biológica e irremediablemente atados a ella. Atados a las algas de una célula que alimentan al krill, y de ahí para arriba, atados hasta llegar a las sensuales ballenas. Sí, es verdad que es imposible no amar a estos seres que, como dice D.H. Lawrence contienen “la sangre más caliente de toda, la más salvaje, la más urgente”. Pero lo cierto es que no hay animal que no sea fascinante cuando se lo examina de cerca; cuando se bucea dentro de su cuerpo, su mente, sus hábitos, su maravillosa contribución a la telaraña de la vida.

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Pero regresemos a las ballenas. El punto es que los científicos tienen más preguntas que respuestas sobre los cetáceos. Es increíble, pero, después de siglos de investigación todavía no sabemos mucho sobre ellos, y por eso es que cada descubrimiento es tan valioso como un diamante sobre la arena. Durante los últimos dos años hemos aprendido acerca de los límites de la biología estudiando el tamaño al que han sido capaces de crecer las ballenas. Pero, aunque sabemos un poco más sobre sus mentes y sus corazones y sus voces, estamos todavía lejos de completar nuestro catálogo de conocimientos.

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Por ejemplo, aún estamos tratando de entender cuántas clases de ballenas hay y ha habido en los siete mares. Y todavía no comprendemos bien cuál es la función del colmillo del narval, el magnífico unicornio del mar, para citar solo algunos misterios. Eso es lo que nos pasa con las ballenas: nos hablan de cosas que no podemos ver o fenómenos que de otro modo serían difíciles de medir. Y quizás por eso es que nos sentimos atraídos hacia ellas sin poder evitarlo.

Porque las ballenas están llenas de maravillas sin sondear, te invitamos a dejarte nutrir por esas experiencias inesperadas de conocimiento. Y aventurarte más allá de estas páginas, ya que entender a estas criaturas requiere vivir en tiempo de ballena: acostarse y levantarse según su ritmo. Es entrar en una realidad alternativa a veces un poco extraña y solitaria, pero siempre memorable. Quizás tú puedas en el futuro ayudar a desentrañar otros aspectos de las vidas secretas de las ballenas.

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ángela posada-swafford - maría victoria jiménez - clara elvira mejía